"todo cuanto hace y es el hombre está relacionado con la experiencia del espacio" (Edward T. Hall. La dimensión oculta)

Necesidades psicológicas fundamentales y vivienda

1. INTRODUCCIÓN

«En esta o en otra ciudad, / para conejos, / vamos a levantar ciudades / para el hombre y la mujer» cantaba “La Bullonera” a finales de los setenta, y seguía: «Un día, este poema no será necesario» pero ese día no ha llegado y parece estar lejos. También lo dijo Mies van der Rohe: «la casa del hombre aún no existe».

Hace más de sesenta años la “American Public Health Association” concretó en 30 puntos “Los Principios Básicos de la Vivienda Salubre”. Los puntos 9 a 15 se referían a las “Necesidades psicológicas fundamentales”.

B. Necesidades psicológicas fundamentales:
9. Intimidad adecuada para el individuo;
10. Medios de llevar una vida familiar normal;
11. Medios de llevar una vida comunal normal;
12. Ejecución de las tareas del hogar sin excesiva fatiga física y mental;
13. Medios para mantener la limpieza de la vivienda y la persona;
14. Medios para obtener razonable satisfacción estética en el hogar y en los alrededores;
15. Concordancia con las normas sociales de la localidad;

Estos principios han sido modificados por la OMS en varias revisiones, pero han llegado a nuestros días prácticamente inalterados y están claramente obsoletos. Términos como “vida familiar normal” que en su día quizá fueron útiles, en la actualidad chirrían. Las necesidades fundamentales en el plano psicológico son las grandes olvidadas de la vivienda.

Ha llegado el momento de darle una vuelta a este tema de las necesidades psicológicas fundamentales.


2. NECESIDADES PSICOLÓGICAS FUNDAMENTALES

Un primer paso es determinar cuales son las necesidades psicológicas fundamentales y luego ver que es lo que la vivienda puede hacer por ellas. Estas necesidades varían (y no demasiado) según los autores, pero podrían ser la necesidad de afectividad, la necesidad de seguridad y la necesidad de libertad; dado que se puede morir de pena (falta de afectividad), de miedo (falta de seguridad) o de falta de libertad.

Pero, ¿puede la vivienda hacer algo por estas necesidades psicológicas? En palabras de Georges Pierret: «…no se puede separar la forma, la figura, la gestalt, lo que ocurre, lo que se percibe, lo que aparece, lo que es consciente, del fondo, del conjunto total, de todo lo que está subyacente, inconsciente, en el segundo plano». Resulta que la vivienda siempre está en ese segundo plano, pero, ¿puede ser algo más que un contenedor? ¿Además de ESTAR podemos SER?

«Nosotros damos forma a nuestros edificios y ellos nos dan forma a nosotros» (Winston Churchill)

«Cuando la imagen es nueva, el mundo es nuevo» (Gaston Bachelard)

«En mi opinión, la tarea de la arquitectura es “hacer visible como nos toca el mundo”, como dijo Merleau-Ponty de los cuadros de Cézanne» (Juhani Pallasmaa)

«El espacio-ambiente es un educador más que, entre otras cosas, no paga Seguridad Social» (Loris Malaguzzi) El espacio era para Malaguzzi el tercer educador.

«El espacio educa, es decir, promueve determinados esquemas de pensamiento y determinadas formas de vincularse» (Claudia Loyola)

«…el ambiente (espacio) debe participar y favorecer para que el niño pueda construir e intercambiar experiencias de significado vital» (Alfredo Hoyuelos)

La casa puede provocar conciencias, puede hacernos despertar (como si hiciera terapia con nosotros), pero no es garantía de cambio y no trae las respuestas por sí misma. La casa es tan solo un medio, a la que al menos debiéramos pedirle que no sea tristeza, miedo o enfado, lo que desencadene en nosotros.


2.1. AFECTIVIDAD

«La necesidad de amor es la necesidad vital de establecer una relación con otro ser, de dar y de recibir la ternura, prueba tangible de la relación, la necesidad de sentir el placer de la existencia del otro, de sentir el placer de existir para el otro… La falta de amor se traduce por una sensación que llamamos tristeza, dolor, nostalgia, pena, melancolía» (Georges Pierret)

«El entorno físico habla y comunica, produce emociones positivas y negativas y sugiere acciones o conductas tranquilas, relajantes o caóticas» (María Antonia Riera)

«…las relaciones de las personas con los lugares con frecuencia están saturadas de emociones. Pueden facilitar la relajación o la excitación, provocar cambios de humor, alegría o melancolía, hastío o satisfacción. En cierta forma, la relación emocional que se experimenta con los espacios, en este caso con la casa, puede implicar la antropomorfización de la misma al otorgarle emociones similares a las que se tienen en las relaciones entre personas. Incluso aunque ésta no se produzca, pueden tenerse sentimientos y ataduras parecidas a las que se establecen entre los humanos, positivas y negativas, igualmente ambivalentes. Así entendida, la casa es a la vez espacio de creación y recreación de la mujer. Fortaleza, lugar de recogimiento, cárcel, espacio de conflicto» (Beatriz Muñoz)

«Las emociones colorean el presente. Son el marco en el que percibimos: las cosas, nuestras sensaciones nos llegan teñidas por el color de la emoción que prevalece en cada momento. Esto lo plasma el fenomenólogo Paul Ricoeur con su conocida pregunta: «¿soy yo o es el paisaje el que está triste?». La fenomenología lo expresa diciendo que las emociones son “el a priori de todo conocimiento”, que el conocimiento entra coloreado por la emoción» (Ignacio Lascaray)

Así contestaba el mes pasado José Luis Sampedro en una entrevista que le hizo Luz Sánchez-Mellado: «¿Qué es lo imprescindible? El afecto. Y quien no lo tenga, afecto hacia sí mismo, hacia la naturaleza, hacia un perro… Fuster, a los estresados les decía: cómprese un animal de compañía, aunque sea un loro, y hable con él. No se precisa mucho más»

Etienne-Louis Boullée nos da pistas para descubrir cuál es la imagen de la afectividad. Él busca imágenes tristes para sus monumentos funerarios, es decir recorre el camino opuesto al que nosotros buscamos. Observa la naturaleza y es el invierno quién le sugiere la arquitectura sepultada. «¡Los objetos han perdido su resplandor y su color, las formas se han hundido, sus contornos son angulosos y duros y la tierra despojada ya no ofrece a nuestros ojos más que la amplia extensión de un sepulcro universal!», «De estas observaciones se desprende que para producir imágenes tristes y oscuras hay que presentar, como intenté hacerlo en los monumentos funerarios, el esqueleto de la arquitectura a través de una muralla absolutamente desnuda, ofrecer la imagen de la arquitectura sepultada empleando sólo proporciones bajas y hundidas en la tierra», «No me parece posible concebir nada más triste que un monumento compuesto por una superficie plana, desnuda y despojada, de una materia que absorbe la luz» ¿Es casualidad que el Taj Mahal, símbolo del amor, sea de mármol blanco y que prácticamente toda su superficie esté ornamentada?

«¿Qué hacemos de más si decimos que un ángulo es frío y una curva caliente? ¿Que la curva nos acoge y que el ángulo demasiado agudo nos expulsa? ¿Que el ángulo es masculino y la curva femenina? Una nada de valor lo cambia todo. La gracia de una curva es una invitación a permanecer. No puede uno evadirse de ella sin esperanza de retorno. La curva amada tiene poderes de nido; es un llamamiento a la posesión. Es un rincón curva. Es una geometría habitada. Estamos allí en un mínimo de refugio, en el esquema ultrasimplificado de un ensueño del reposo» (Gaston Bachelard)


2.2. SEGURIDAD

«La necesidad de seguridad para el niño pequeño es el contacto físico el que transmite esta seguridad… el contacto seguro, de estar sostenido firmemente en los brazos… Más tarde, la necesidad de seguridad se convierte en la necesidad de tener asido el mundo, de comprender el mundo, de comprenderse a sí mismo… La falta de seguridad se traduce por una sensación llamada miedo, angustia, pánico, inquietud, nerviosismo, ansiedad» (Georges Pierret)

El miedo nos ayuda a adaptarnos al medio. Es útil cuando nos encontramos con amenazas reales, nos paraliza o nos predispone a huir o a atacar.

«Al domesticarse, el hombre ha reducido mucho la distancia de huida de su estado original, que es una necesidad absoluta cuando la densidad demográfica es grande. La reacción de huida (conservar una distancia entre sí y el enemigo) es uno de los modos más elementales y mejores de hacer frente al peligro, pero para que tenga éxito se necesita espacio suficiente. Por el proceso de la doma, muchos organismos superiores, entre ellos el hombre, pueden hacerse entrar en una expansión dada, con tal de que se sientan seguros y que dominen sus reacciones de agresión. Pero si se hace que los hombres se teman unos a otros, el temor resucita la reacción de huida y crea una explosiva necesidad de espacio. Miedo más falta de espacio igual a pánico» (Edward T. Hall)

«…en tiempos de crisis social –cuando los centros y las periferias no se sostienen- el aumento colectivo e individual de la ansiedad y las políticas de la diferencia llegan a ser especialmente significativas. Aumenta la inestabilidad de las fronteras y se magnifica la preocupación por su transgresión o por conservarlas. Cuando las fronteras se cruzan, se perturban, se disputan y se convierten en una amenaza para el orden, el poder hegemónico actúa para reforzarlas; los límites alrededor del territorio, de la nación, de la pertenencia étnica, de la raza, del sexo, de la clase, de la preferencia erótica, se describen y se disciplinan con vigor» (Barbara Hooper)

El miedo es un medio de control y la seguridad se ha convertido en un moderno negocio de pólizas y agentes de seguros. Y es un negocio seguro porque el miedo se realimenta. «…ahora la forma cerrada sigue al miedo y, más aún, el miedo sigue a dicha forma, pues lo reproduce» (Eloy Méndez) El negocio de la seguridad va más allá: alarmas, videovigilancia, puertas reforzadas, guardas,… y urbanizaciones privadas. Un producto de consumo que pregona seguridad, protección, confort, aislamiento, exclusividad e imagen frente al miedo. Urbanizaciones privadas y condominios que privatizan el suelo público, restringiendo la libertad de su uso.

Las arquitecturas de la seguridad que conocemos tienen más que ver con el miedo, que con la seguridad (arquitecturas del miedo), del mismo modo que los hospitales están más relacionados con la enfermedad, que con la salud.

«Tanto las aulas como pasillos, patios y retretes debían estar controlados visualmente por el profesor. La mirada, como instrumento de vigilancia constante, incitaba al orden y al silencio, por tanto, la organización del espacio debía adaptarse a formas regulares, sin obstáculos que impidiesen al profesor observar a todos los alumnos en todo momento. Es este el principio del “panóptico”, proyecto carcelario creado por Jeremy Bentham a finales del siglo XVIII, y que el propio autor propone hacer extensivo a las escuelas y otras instituciones sociales (Bentham, 1979)» (Mercedes Suárez)

De la misma manera que los espacios son utilizados para minar la mente, mediante el miedo, podemos recorrer el camino en el sentido opuesto para lograr sensación de seguridad. Los espacios del miedo, salas para interrogatorios, de vis a vis o celdas de aislamiento, tienen sus paredes desnudas, generalmente blancas (sin color), con rincones donde sus “usuarios” son acorralados, arrinconados y se sienten finalmente desolados. Loris Malaguzzi criticaba también las paredes desnudas y blancas de las escuelas infantiles. Y las habitaciones de nuestras viviendas… ¿no parecen también salas de interrogatorios?

La sensación de seguridad aumenta con el color, con la luz, con fachadas abiertas “hacia” el vecindario (los espacios traseros nos previenen), con lo conocido (se tiene miedo a lo desconocido, ya sean vecinos, instalaciones que no se ven en la vivienda, gas, abastecimiento de agua, saneamiento…) y familiar, con la limpieza, con el orden, con las paredes decoradas o ornamentadas, y con la perdurabilidad de los muros.


2.3. LIBERTAD

«La necesidad de libertad en el niño, es ante todo la necesidad de moverse, menearse, removerse sin trabas; la necesidad de tener el propio espacio, del aire. Más tarde es la necesidad fundamental de poder elegir y de actuar según el propio gusto. La falta de libertad se traduce por un sentimiento de enfado, de cólera, de rebelión;… me siento encarcelado, aplastado, atado…, tengo ganas de ponerlo todo patas arriba, de romperlo todo, de hacer saltar mi prisión» (Georges Pierret)

espacio (del lat. “spatium”, campo para correr) (Diccionario de María Moliner)

«El término espacio tiene una relación con el movimiento, con el cuerpo y con la motricidad» (Daniel Calmels)

«Si lo que sabemos del comportamiento animal en condiciones de hacinamiento o lejos de su biotopo familiar tiene algo que ver con el género humano, nos esperan terribles consecuencias en nuestros sumideros urbanos» (Edward T. Hall)

«En un solo lugar puede haber tan solo un cuerpo pero existir un gran número de movimientos cuyas formas y ritmos difieren. Este es un principio fundamental y universal, gracias al cual se imprimen en el espacio estructuras que lo diferencian y ordenan. Con ello el movimiento se muestra independiente del espacio. Aparece en el espacio y juega un papel ordenador» (Theodor Schwenk)

«Desde el comienzo de los años sesenta, han aparecido muchas publicaciones sobre la importancia para el desarrollo psíquico del rol del movimiento iniciado y ejecutado por el niño mismo y de las señales que recibe como retorno, en feed-back, referentes a los cambios que sobrevienen durante la ejecución de esos movimientos. Las funciones esenciales comprometidas son los aprendizajes, el reconocimiento del mundo que lo rodea, la formación del esquema corporal, el control de la voluntad (Held y colaboradores 5, 6, 7, 8, 9).
Desde 1959, R.W. White ha llamado la atención sobre el hecho de que no solamente el movimiento activo, iniciado por la persona, puede ser considerado como una de las necesidades fundamentales del hombre, sino también el efecto ligado al acto, la sensación de provocar un cambio a través del movimiento, la eficacia, el sentimiento de competencia» (Emmi Pikler)

Cuenta Pedro Sorela en un artículo sobre arquitectura y libertad, que oyó decir a una mujer: « …en las chabolas vivían mejor. Al menos allí la gente se ayudaba y esperaba tiempos mejores. Ahora el piso es suyo. Ese universo gris es para siempre... De ahí sí que ya no saldrán nunca»

«Los medios, al modificar el ambiente, suscitan en nosotros percepciones sensoriales de proporciones únicas. La prolongación de cualquier sentido modifica nuestra manera de pensar y de actuar, nuestra manera de percibir el mundo. Cuando esas proporciones cambian, los hombres cambian» (Marshall McLuhan)

«Es una escuela nacida para el control, a través de un largo y recto pasillo, las ventanas altas para evitar distracciones y con un mobiliario inmovilizante» (Alfredo Hoyuelos)

Se trata de promover viviendas que permitan e inviten al movimiento (a la libertad) y no nos hagan sentir recluidos.

«El mundo llama del otro lado de la puerta» (Pierre Albert-Birot)

“Estar encerrado entre cuatro paredes” Veamos qué dice Mario Alonso de las palabras que utilizamos: «Es la valoración del evento lo que genera la experiencia en la persona», «Cuando utilizamos palabras de tipo negativo y de forma continua... cambian las hormonas que hay en la sangre», «Las palabras abren cajones emocionales y cajones experienciales en las personas», «Las palabras no se las lleva el viento, las palabras crean profundas realidades», «Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretación de la realidad», «Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos»

«…frente a la idea de casa como lugar inmodificable e inalterable que surge cuando se relaciona con cárcel, encontramos la idea de casa como espacio en permanente construcción y transformación. Las mujeres de “Zangarillejas” justifican su tendencia a cambiar y mover muebles, cuadros y adornos no sólo como una forma de hacer visible ante los ojos ajenos su trabajo sino también ante el deseo que ellas tienen de concebir la casa como una entidad dinámica y no estática» (Beatriz Muñoz) ¿Quién no ha observado cómo al tiempo de haber comprado la vivienda adosada de nueva construcción (cuando la familia vuelve a respirar económicamente) aparecen sistemáticamente de nuevo las obras?

«…una única tipología de edificios: ventanas altísimas para alejar de la tierra y sólo ver el cielo» (Loris Malaguzzi)

«… / Mejor no tener casa / que estar en ella como un ciego. / …» (Fabio Morárito)

«Cada espacio arquitectónico, todo espacio habitable, parte de una premisa: que el edificio se encuentre en un camino, en una encrucijada en la que sean posibles el salir y el retornar» (Jacques Derrida)


3. UN DÍA, ESTE POEMA NO SERÁ NECESARIO

Tristeza, miedo y enfado son señales que indican necesidades. Son por lo tanto señales que hay que permitirse expresar. De la misma manera aunque nuestra búsqueda sea la luz, el color, la flexibilidad,… , el contrapunto de la sombra, del gris, de la rigidez, …, los contrastes en definitiva, permiten un aumento de las conexiones entre todas las cosas, que no es otra cosa que el desarrollo de la inteligencia.

Para empezar, no podemos despreciar lo que en nosotros hay de naturaleza. Al alejarnos de la naturaleza, nos alejamos de nosotros mismos. Lejos de nosotros mismos, no podemos crecer ni como personas ni como sociedad. La naturaleza es la casa de todos.
La necesidad de libertad pide a gritos espacios abiertos, luz, aire, naturaleza. Por otra parte, sin libertad no nos sentimos seguros.
Los cuatro elementos de la naturaleza, fuego, aire, agua y tierra, deberían formar parte inexcusable de las viviendas. El fuego en el centro de la vivienda y en el jardín, la fuente, el aire, la tierra.
El jardín situado entre nosotros y el mundo, puede compartirse con otras viviendas, también pequeñas bibliotecas y pequeños talleres. Estos espacios compartidos de los que seriamos responsables, permiten la comunicación con los otros. Empiezo a ser libre cuando defino mi espacio y eso sólo es posible si se participa de un ambiente (comunidad-encuentro) en el que uno tiene que decidir qué hacer, y se asumen las consecuencias y la responsabilidad de esa decisión. Ahora que es tan complicada la conciliación laboral y familiar, estos espacios permitirían compartir el cuidado de los niños, conocimientos y experiencias.

Se ama lo que se conoce, lo que se comprende. Por suerte, no sólo el miedo se realimenta, también el conocimiento. El conocimiento nos permite abrirnos, acercarnos, comunicarnos y gracias a ello conocemos más. El conocimiento nos da seguridad, nos acerca a los demás y nos hace libres.

Todo aficionado sabe que con luz se obtienen las mejores fotografías. La luz es capaz de impresionar el daguerrotipo que es nuestra “alma”. La luz nos posibilita “ver” y es un material más con el que trabajar. Con la sombra contrapunto de la luz, se construyen muros y espacios.

Y con la luz, el color. Todavía sorprende encontrarnos con el color cuando entramos en viviendas que no han sido una vez más, pintadas de blanco. Y todavía sorprende más, si se han trabajado armonías de color. Las armonías pueden ser de dos, tres e incluso más colores. Entre las armonías interesan aquellas en las que predomina un color, porque en estos casos el ojo ha de poner algo de su parte. De este modo, al intervenir nosotros, se produce un cierto significado, un efecto vital. Y esto es así porque el órgano visual tiende al equilibrio, completando cada color con su color complementario. Además el uso de un solo color produce fatiga ocular porque los nervios oculares no cesan de trabajar intentando equilibrarlo con su complementario.

Para que un espacio sea percibido como familiar, cercano o acogedor (lo que redundará en un mayor grado de comunicación), se ha de controlar su escala, su tamaño. Esto es especialmente importante en los edificios de viviendas, necesitamos poder conocer y reconocer a nuestros vecinos. Menos plantas y menos viviendas por planta, redundará en una mayor comunicación con el vecindario y una mayor sensación de seguridad, al ser este conocido.
El problema de la escala dentro de las viviendas es el contrario, en la vivienda actual no se cabe ni física y espiritualmente, la sensación de sentirse encerrado entre cuatro paredes, la sensación de asfixia es continua, hasta que se somatiza…
Sorprende que, con la falta de espacio que hay en las viviendas, todavía se proyecten inútiles pasillos.
Evitar las cuatro paredes es fácil, basta con sustituir las plantas rectangulares de nuestras habitaciones, por otras en L, en T, …de esta manera tendrían seis, ocho, …y ya no podríamos somatizar la asfixia de las cuatro paredes. Por otra parte las plantas en forma de L o de T, flexibilizan el espacio, permitiendo que este pueda a libertad, dividirse y subdividirse.
Los uniformes y continuos techos de las habitaciones simulan pesadas losas. Esta sensación de aplastamiento no existía en los antiguos forjados de solivos y vigas de madera. Sería evitable esta sensación con forjados o falsos techos a distintas alturas, vigas de cuelgue vistas, …
También con los espacios (igual que con las armonías de color) pueden lograrse efectos vitales.

El tema de la flexibilidad también es importante. Debería de ser posible una interacción entre nosotros y la casa. La vivienda debería aportarnos, pero también nosotros a ella. En una rígida jaula no hay nada que hacer. La vivienda en permanente transformación (igual que nosotros) y la vivienda víctima de nuestros enfados, debería tener menos tabiquerías rígidas, que permitieran “tirar las paredes”.

La sensación de libertad se consigue saliendo fuera, pero también, abriendo las puertas de par en par, e invitando al mundo a que entre en nuestra casa…

2 comentarios:

Blanca Oraa Moyua dijo...

Me gusta lo que cuentas.

a roja dijo...

Ahora los educadores y los padres son más conscientes de que cuando la ansiedad crónica, la ira o los sentimientos de tristeza se inmiscuyen en los pensamientos del niño, la memoria de trabajo tiene menos capacidad para procesar lo que intenta aprender.
(Linda Lantieri)